Probablemente habréis visto alguna vez, a través de fotografías o en la gran pantalla, cocinas de campo con un marcado estilo rústico, gran encimera de mármol y también un gran fregadero de cocina que destacan, principalmente, por su comodidad a la hora de preparar una comida. Pero, ¿sabíais que es posible trasladar ese estilo vintage a nuestras cocinas de ciudad?
El espacio disponible
Para empezar, y a ser posible, sería necesario que pudiéramos contar con el mismo espacio que disponen estas cocinas y que, en consecuencia, se nos permita la instalación de una gran encimera, una isla central con ruedas y una gran cantidad de armarios, cajones, baldas o barras para poder almacenar todo aquello que necesitemos. ¿El objetivo principal? Conseguir un espacio de trabajo absolutamente cómodo donde podamos tener todos los utensilios necesarios a mano.
Los elementos adecuados
A partir de aquí, la elección de elementos como los electrodomésticos – especialmente la campana (que puede ser de obra) y el horno (¿qué tal si tenemos dos contiguos? ¿Uno de gas y uno eléctrico?) – deberían tener el estilo vintage que buscamos; eso sí, sin dejar nunca de lado las necesidades de los que usamos las cocinas de hoy.
Luego ya entran en juego cada uno de los detalles que acabaran de dar forma a nuestra cocina campera: muebles de madera de roble envejecido, por ejemplo, que no solo aportan un aire cálido sino también muy actual; revestimientos para las paredes en cerámica y en madera, y un gran fregadero con dos senos ubicado debajo de la ventana para el aprovechamiento de la luz natural en las tareas de limpieza.
¿Os convence? ¡A por ello, pues!